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Capítulo 1:

Mientras Nacía.

 Entre las tinieblas turbias vibró un signo incoloro
que agolpó en una réplica todo el dolor disperso.
El silencio infinito labró un verso de oro,
y mi grito rebelde fue el oro de aquel verso.

-Jose Angel Buesa-

 

 

     Nací en una época donde las cartillas de racionamiento aún eran una memoria reciente, donde aparecía la televisión en blanco y negro, nací en una familia grande pero solamente grande en número. Siempre he pensado que la grandeza de las personas tiene una medida muy exacta, pero aún no se ha inventado un rasero para ponerla un número.

    Siempre pensé que la que fue mi madre, también vivió al límite, fue la segunda de una familia de doce, la recuerdo hermosa, bella, me gustaba sentir sus brazos, su aliento, ese aliento que solamente te pueden dar las madres, pero lo peor de todo, es que no sabía que mi infierno estaba muy cerca, tan cerca, que podía sentirlo cada vez que la que una vez fue mi madre rozaba mi cuerpecito.

     No tengo recuerdo de mi padre, nunca lo conocí, él a mí, si… Su alegría al verme nacer me cuentan que fue enorme. Mis padres eran muy jóvenes. Diecisiete años ella, dieciocho años él, comenzaban a vivir, eran adolescentes, y sin embargo, cometieron el gran error de traerme al mundo, un mundo al que yo nunca quise venir… Me cuentan de mi padre que era alto, buen mozo, con una gran moto, que deseaba viajar y huir de una realidad que no le gustaba en absoluto, quizá quiso vivir muy rápido, y me dejó solo muy pronto, a los diecinueve años mi padre murió de leucemia…. (fue el comienzo de mi soledad, de mi infierno).

     Familia numerosa y muchas carencias, tanto materiales como emocionales, demasiados hijos, demasiado hambre, y poco cariño. Recuerdo a mi abuela materna con cariño, siempre estaba pendiente de mí, de mis necesidades, también recuerdo a mi madre vestida de negro, demasiado joven, demasiado inexperta, siempre lamentándose de su desgracia, en realidad ese matrimonio nunca se debió unir, no había amor, había obligación….tengo un recuerdo vago de mi abuelo, fue el primero que se fue, siempre trabajando, siempre pendiente de buscar algo que llevarnos a la boca, demasiado ocupado para estar pendiente de lo que ocurría entre esas cuatro paredes.


     Mientras todos estos acontecimiento ocurrían, yo iba y venía de una casa a otra, cuando iba a la casa de mis abuelos paternos, (mejor situados), todo eran mimos y arrumacos por parte de mi abuela, pero resultó ser una de mis peores pesadillas, mi abuelo, alcohólico , demasiado ocupado en perder el conocimiento bebiendo pronto nos diría adiós, pero antes os voy a contar un acontecimiento, que me marcó para toda la vida. Yo dormía en una gran cama vieja, situada en en el salón de esa enorme casa, cuando hacía viento, el desván hablaba, me metía en la cama y me escondía de la oscuridad, me escondía de la casa que siempre estaba hablando. Una noche, ya dormido, me despertó un gran golpe en la cabeza, me asusté y lloré, era mi abuelo, que se había levantado y me dio una gran paliza, por suerte mi abuela se despertó y solventó el problema diciéndome, (no pasa nada), esa noche, fue la primera noche que sentí de verdad el dolor físico, y comenzó a nacer dentro de mí el dolor del alma, el miedo, el terror, comenzó a nacer dentro de mi la SOLEDAD.

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